Como diríamos un sueño de hace mucho tiempo. Lo observé mil veces en ..."nada es para siempre o el río de la vida"..., escenas donde los hnos van a pescar, que era como un rito para ellos, un desafío con cada uno de sus detalles; donde competían con el padre, pescando, en una comunión que entiende solo quien lo a hecho; escenas donde Brad Pitt elije la mosca correcta, acomoda sus cigarros en el sombrero, porque sabe lo que se viene, tiene la suerte de encontrar el bicho exacto, lo hace picar y lo hace ir río abajo, hundiéndose en los rápidos, observado atentamente por su hermano y su padre, que lo siguen por la orilla; escenas como el placer enorme de tener ese pescado en las manos luego de semejante travesía, en fin. Alguna vez haré ejercitar mis brazos para darle unas curvas a la línea, que serpentee por encima del agua, que levante gotas de ansiedad, que nebulice el agua dulce de algún río o lago de mi país, para finalmente caer sobre el agua, o no, porque no la ha dejado alguna atrevida trucha. Hoy siento el gusto de lo que voy a hacer algún día, no muy lejano. El placer de la pesca, enmarcado en paisajes que no se pueden describir por su hermosura.
Lo hice en el mar varias veces: borriquetas, pejerreyes, corvinas, alguna raya y hasta un lenguado. Siempre de vacaciones con la caña al hombro, aunque viajara a dedo. Primero un reel viejo rotativo, luego uno frontal, chiquito, pero rendidor. San Pedro, el rio de la Plata, General Belgrano río Salado, costanera en Buenos Aires: bogas, pejerreyes, bagres y dentudos. Otra cosa no he sacado. Pero el gusto de clavar la caña en la arena de la playa, poner la chicharra, mientras se hacen otras cosas. Y lo mejor, estar con el pulso en la línea hasta sentir que algo se mueve en la otra punta. Y tratar de engancharlo.
Más adelante con mi cañita de fibra, y el reel chiquito frontal, a las inmensidades del sur. Lago Gutierrez, Nahuel Huapi, río Limay. Nada. Mojando las cucharitas, viendo saltar a los bichos sobre el agua. Otra oportunidad, en el río Aluminé. Ahí si, enganchando una trucha enorme hasta el borde de la balsa, donde hizo trámites para desprenderse. Es como si la hubiese sacado, el corazón a mil revoluciones, en esas inmensidades de rocas , mimbres y araucarias.