jueves, 3 de enero de 2008

delirios persecutorios

Iba por la orillita del pavimento, en esa veredita, pensando pelotudeces, caminando contra mi voluntad, y de pronto un tesoro, una joya, una tapita de gaseosa, encima roja, el voleo la mandó 10 metros más o menos y obediente, se quedó en la línea de paso. No es cuestión que le diera otro efecto y se me vaya. Fiel la tapita. Así varias patadas de 10 metros?, no sé pero cada una era un gol de maradona en la final del mundial. Que placer, patear algo y poder seguir pateándolo, sin que se revele. De pronto, lo inesperado, la maldita tapa se fué con un efecto rebelde, quien se lo dio?, trazando una curva enorme y volviendo un poquito pero no lo suficiente para esquivar un neumático que la dejó moneda. Quien te mandó descarriarte? El paso resetado nunca se detuvo, y la amargura se transformó en alegría por el carozo, lindo reemplazo, parecía una guinda, pero maradona domina todo tipo de pelota. Después de varios barquinazos, el susodicho carozo quedaba en posición para soportar otro empeine. Siguió mucho más fiel que la tapita, después de todo es más natural y de sordo ruido.